kOndO_esculturas

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Blog de esculturas
Esculturas en piedra
Escultura en verdad esculpida
Sentimientos en 3D

breve_historia

Aunque en estos momentos me he decidido a publicar
a través de este blog mis esculturas,
lo cierto es que comencé a principios de los ochenta
(sí, del ya pasado siglo!)...
Mis primeros pasos fueron de manera casual.
Tuve un primer encuentro con el modelado en barro
que me hizo buscar nuevas vías con el tiempo
por medio de la piedra.
Eso sí, trabajada toda de forma absolutamente artesanal,
sin empleo de herramientas eléctricas.

sábado, 1 de marzo de 2008

lobo_de_mar



escultura en alabastro
de La Puebla de Híjar (Teruel)


medidas aproximadas:
alto 35 cms.
ancho 45 cms.
profundo 15 cms.






consultar precio






VIEJO LOBO DE MAR
(de José Angel Buesa / poeta cubano 1910-1982)

Viejo lobo de mar, de sed sorda y violenta:
El humo de tu pipa tiene olor a tormenta.

Si relatas tus viajes ya nadie te hace caso,
porque siempre naufragas en el fondo de un vaso,

y cada travesía concluye como empieza:
en espuma de mar o espuma de cerveza.

Viejo lobo de mar: quédate en tu navío,
y escupe hacia la noche tu rencor y tu hastío.

La tierra te rechaza, viejo lobo sediento,
pues ya, como las velas, perteneces al viento;

y la mujer desnuda que adorna tu tatuaje
hoy duerme con un hombre que no se va de viaje.

El amor es un surco que florece o se cierra,
y tú, al vencer el mar, naufragaste en la tierra.

No, viejo navegante: quédate en tu navío,
y llena de humo amargo tu corazón vacío,

y esconde, en una risa de dientes incompletos,
la pesadumbre inmensa de tu vejez sin nietos.

Vuélvete a tu guarida, lobo de pelo cano,
para morir la muerte del que ha vivido en vano;

¡y córtate esa mano que no supo sembrar,
porque ya, para siempre, perteneces al mar!



lunes, 25 de febrero de 2008

mar_en_calma






Escultura en piedra arenisca coloreada con pintura acrílica
Medidas aproximadas:
alto 46 cms
ancho 35 cms.
profundo 30 cms.
consultar precio
(de José María Heredia,
poeta cubano / 1803-1839)


El cielo está puro,
La noche tranquila, y plácida reina
La calma en el mar.
En su campo inmenso el aire dormido
La flámula inmóvil no puede agitar.

Ninguna brisa llena las velas,
Ni alza las ondas viento vivaz.
En el oriente débil meteoro
Brilla y disípase leve, fugaz.

Su ebúrneo semblante nos muestra la luna,
Y en torno la ciñe corona de luz.
El brillo sereno argenta las nubes,
Quitando a la noche su pardo capuz.

Y las estrellas, cual puntos de oro,
En todo el cielo vénse brillar.
Como un espejo terso, bruñido,
Las luces trémulas refleja el mar.

La calma profunda de aire, mar y cielo,
Al ánimo inspira dulce meditar.
Angustias y afanes de la triste vida,
Mi llagado pecho quiere descansar.
Astros eternos, lámparas dignas,
Que ornáis el templo del Hacedor;
Sedme la imagen de su grandeza,
Que lleve al ánimo santo pavor.


¡Oh piloto! la nave prepara:
A seguir tu derrota dispónte,
Que en el puro lejano horizonte
Se levanta la brisa del sur;
Y la zona que oscura lo ciñe,
Cual la luz presurosa se tiende,
Y del mar, cuyo espejo se hiende,
Muy más bello parece el azul.

mar_gruesa

















Escultura en piedra arenisca coloreada
Medidas aproximadas:
alto: 30 cms.
ancho: 45 cms.
profundo: 35 cms.
colección particular






LA MAR GRUESA DEL PASADO
La vida equivocada
Alfredo Rodriguez


Cómo podrías vivir, hombre perdido,
febril de entusiasmo, empleando falaces excusas,
cuando sólo horrible vesania conocieras a tu alrededor,
cuando atónito asistieses
                         a la caída del mundo
—ni los extremos del orbe ya te acogieran—,
que sintieras seguro ansias de prenderle
fuego a la vida, al zumbido absurdo que es tu vida,
sin concesión alguna a las conveniencias.
 

Olvida a aquellos que midieron el Tiempo
y situaron los acontecimientos; no se podía derramar
su sangre pues horrendos males ello significaba,
quizá que entonces ya vieras claro tu designio,
huella indeleble, oropeles que magnificaron su victoria.
 

Ya no tenemos nada, amigo, nada excepto el pasado;
no tenemos presente ni futuro, sólo la mar gruesa
del pasado, que sucumbe ante lo imprevisto.
                         Pero hay un momento flagrante
de Luz en la noche
que te salva, hombre perdido,
un momento en que el poema llega
hasta este hombre a quien el fiero deseo de poseerlo
le acomete; su sonido lo trae
la voz que vela su insomnio,
de aquello que fue su cuerpo la herencia,
de su alma la verdadera entraña.
                          Camina entonces, amigo,
sobre los pasos enterrados de la Historia,
valiente como un león en la batalla,
¿no te recibirán acaso con honores?;
aguarda con el corazón henchido y golpea
sus inmensas puertas de bronce,
como aquel viejo hombre perdido
que ya traspuso antes que tú
el umbral de su vida equivocada.